Para los sistemas de alta presión, el aire suele almacenarse en botellas metálicas a presiones que oscilan entre 1.000 y 3.000 psi, dependiendo del sistema concreto. Este tipo de botella de aire tiene dos válvulas, una de las cuales es una válvula de carga.
A esta válvula se puede conectar un compresor accionado por tierra para añadir aire a la botella. La otra válvula es una válvula de control. Actúa como una válvula de cierre, manteniendo el aire atrapado dentro de la botella hasta que se accione el sistema. Aunque la botella de almacenamiento de alta presión es ligera, tiene una clara desventaja.
Como el sistema no puede recargarse durante el vuelo, el funcionamiento está limitado por el pequeño suministro de aire embotellado. Esta disposición no puede utilizarse para el funcionamiento continuo de un sistema.
En cambio, el suministro de aire embotellado se reserva para el funcionamiento de emergencia de sistemas como el tren de aterrizaje o los frenos. Sin embargo, la utilidad de este tipo de sistema aumenta si se añaden a la aeronave otras unidades de presurización de aire.