Muchas estructuras de las aeronaves están hechas de metal, y la forma más insidiosa de daño a esas estructuras es la corrosión. Desde el momento en que se fabrica el metal, hay que protegerlo de los efectos nocivos del entorno que lo rodea.
Esta protección puede consistir en la introducción de determinados elementos en el metal base, creando una aleación resistente a la corrosión, o en la adición de un revestimiento superficial de conversión química, metal o pintura. Durante el uso, se pueden añadir a la superficie barreras adicionales contra la humedad, como lubricantes y protectores viscosos.
La corrosión del metal es el deterioro del metal por ataque químico o electroquímico. Este tipo de daño puede producirse tanto internamente como en la superficie. Al igual que en la putrefacción de la madera, este deterioro puede modificar la superficie lisa, debilitar el interior o dañar o aflojar las piezas adyacentes.
El agua o el vapor de agua que contiene sal se combina con el oxígeno de la atmósfera para producir la principal fuente de corrosión en las aeronaves. Las aeronaves que operan en un entorno marino, o en áreas donde la atmósfera contiene humos industriales que son corrosivos, son particularmente susceptibles a los ataques corrosivos.
Si no se controla, la corrosión puede causar un eventual fallo estructural. El aspecto de la corrosión varía según el metal. En la superficie de las aleaciones de aluminio y magnesio, aparece en forma de picaduras y grabados y a menudo se combina con un depósito de polvo gris o blanco. En el cobre y las aleaciones de cobre, la corrosión forma una película verdosa; en el acero, un subproducto de corrosión rojizo comúnmente denominado óxido. Cuando se eliminan los depósitos grises, blancos, verdes o rojizos, cada una de las superficies puede aparecer grabada y picada, dependiendo del tiempo de exposición y de la gravedad del ataque. Si estas picaduras superficiales no son demasiado profundas, puede que no alteren significativamente la resistencia del metal; sin embargo, las picaduras pueden convertirse en lugares de desarrollo de grietas, especialmente si la pieza está sometida a grandes esfuerzos. Algunos tipos de corrosión excavan entre el interior de los revestimientos superficiales y la superficie del metal, extendiéndose hasta que la pieza falla.